2º ENCUENTRO - Justificación

Justificación. (Etim.- Del latín iustificatio, onis). Conformidad con lo justo. // Probanza que se hace de la inocencia o bondad de una persona, un acto o una cosa. // Prueba convincente de una cosa. // Santificación interior del hombre por la gracia, con la cual se hace justo. Ver Gracia.

Gracia. Teol. La palabra cayriz, gracia, se emplea multitud de veces y en diversos sentidos en las Sagradas Escrituras (66 veces en el Antiguo Testamento y 128 en el Nuevo).

Efectos de la gracia. Santo Tomás los reduce a dos fundamentales: a la justificación, que corresponde a la gracia operante (esta gracia es la acción sólo de Dios, sin nosotros), y al mérito, que es propio de la gracia cooperante (esta gracia es nuestra acción con Dios y bajo la moción de Dios), pues sin el concurso del libre albedrío no se concibe mérito.

Como justificación y gracia se corresponden, la justificación entonces, incluye en sí y lleva consigo otros muchos efectos sobrenaturales. Pues los frutos de la gracia son:

-Perdón de los pecados.

-Hace al alma graciosa y hermosa a los ojos de Dios, porque quitadas las manchas de los pecados, queda ella limpia y hermosa en los ojos divinos.

-Fortalece el alma mediante las virtudes que de ella proceden.

-Hace al hombre hijo de Dios por adopción y heredero de su Reino.

-Habilita al hombre para todo bien; allana el camino del cielo, hace el yugo de Dios suave; hace correr al hombre por el camino de las virtudes; restituye y sana la naturaleza enferma, y así hace que le sea ligero lo que antes, cuando estaba enferma, le era pesado; de una manera inefable reforma y arma, mediante las virtudes que de ella proceden, todas las potencias de nuestra alma, alumbrando el entendimiento, encendiendo la voluntad, recogiendo la memoria, esforzando el libre albedrío, templando la parte concupiscible para que no desperezca por lo malo.

-Aposenta a Dios en el alma para que, morando en ella, la gobierne, defienda y encamine al cielo. Y así está allí como padre de familia en su casa, gobernándola; y como maestro en su escuela, enseñándola; y como hortelano en su huerta, cultivándola; y como rey en su reino; rigiéndola; y como el sol en este mundo, alumbrándola; y, finalmente, como el alma en su cuerpo, dándole vida, sentido y movimiento.

Espero que les sirva. Saludos!